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Hogar, Vida Cotidiana y Escuela de antes

HOGAR

Antiguamente la vida en el pueblo era muy tranquila y monótona. La mayor parte de la población vivía en el pueblo, pero gran parte de ella vivía en el campo, en casas rurales, teniendo las características típicas de la vivienda manchega.

Guía completa para la rehabilitación de casas de pueblo antiguas

La casa normalmente tiene dos plantas, una planta baja, donde se encuentra el hogar, y otra planta alta, donde se encuentran las «cámaras», estas se utilizaban como almacén, para guardar el grano, como pajar, también se utilizaba como palomar…

En algunas casas también había bodega, utilizada normalmente para almazara o de bodega para la uva. Las casas de campo solían tener un patio interior y grandes corrales para el ganado; los animales más habituales eran las gallinas, conejos, cerdos (gorrinos), ovejas, cabras…, utilizados para la alimentación de la familia y para las ayudas del campo solían tener burros, mulas, algún caballo, bueyes, perros que les ayudaban en las faenas pastoriles y guardaban la casa y gatos que mantenían la casa sin ratones ni ratas. También tenían cobertizos para guardar los aperos de labranza, carros…, y un pozo para sacar agua.

Las casas eran de tapia o tapial, hechas con barro  piedra, las paredes se arreglaban con yeso y se «enjabelgaban» con sal. Las moldás (vigas actuales), eran de madera, los techos de palos y cañas, tierra, cal y yeso. Las habitaciones eran oscuras y con ventanas generalmente pequeñas. El suelo de las casas era de tierra, pero más tarde pasó a ser de cemento, y cubiertos de «baleos» de esparto. Solían haber pocas habitaciones, una o dos como mucho, utilizadas para dormir, si había muchos hijos, dormían en las cámaras o como podían; y una cocina grande, donde se hacía la vida.

El mobiliario de las viviendas era escaso; las habitaciones se componían de camas de madera, de hierro forjado o de níquel. Los colchones eran de borra, aunque también habían de paja (muy ruidosa) y lana, las mantas eran de borra la gran mayoría, las colchas y los cobertores de lana, las sábanas de franela, lana… las toallas de tela de hilo blancas…

Al lado de la cama estaba la zafa, con el jarro para el agua y el toallero, normalmente la gente se lavaba ahí (no había bañeras) y también había una mesita para guardar utensilios, medicamentos… Bajo la cama se ponía el orinal, de barro o de porcelana. Encima de la cama solía haber un cuadro religioso, ya que la gente era muy creyente.

Habitaciones - Masia Puig de Vallferosa

Había gran cantidad de arcas o baules donde se guardaba la ropa de la casa  los ajuares. Los armarios eran empotrados, las mesas de madera, sillas castellanas de anea o esparto, tarimas o tarimones (sillones actuales). En la cocina lo más importante era la chimenea y la lumbre, los instrumentos usuales son:  Las tenazas, el atizador (para arreglar la lumbre), el badil, la escobilla… La leña se solía traer con el carro  y la mula.

La lumbre se utilizaba para calentarse en los fríos y largos inviernos y para hacer la comida. Como útiles de cocina estaban los escriños, para guardar el pan, las cantareras, para colocar los cántaros de agua, las planchas de hierro, las ollas, platos y pucheros eran de barro, sartenes con patas, botijos, alcuzas, lebrillos, etc. Todos los utensilios eran de barro y metal y estaban elaborados artesanalmente.

El cuarto de baño, también llamado «letrina», «retrete»…, en un principio no existía, los primero consistían en una especie de poyato, hechos de ladrillo, con una tapadera y como no había desagües, cuando se llenaba había que vaciarlo y limpiarlo.

El agua se traía de fuentes y aljibes (especie de pozo que recogía el agua de lluvia y la guardaba). En las casas de campo también había pozos, normalmente en el corral o en el patio. A principios de siglo el agua, proveniente del Madroño, estaba repartida en seis fuentes por todo el pueblo. Ya en los años veinte, comenzó la instalación de tuberías y fuentes para el agua potable, agua que provenía de la fuente de la Umbría y del Madroño, aunque unos años más tarde se le añadió las aguas de las Catas del Bejorro.

Se cobraban cinco céntimos por cada dos cántaros de agua, para pagar los gastos ocasionados de su traída al pueblo. En 1967 se aprueba la instalación de la Red General de Alcantarillado y Distribución de agua potable.

La casa se iluminaba con candiles, instrumento de metal con un asa, que se enciende con aceite y una torcía, faroles de carburo, compuestos por una piedra con agua, abajo con el carburo y arriba el depósito del agua, el quinqué, compuesto por una torcía de aceite y mecha, y un cristal para que no se apagara, velas… Hasta la llegada de la electricidad en 1907, año que se sustituyó el alumbrado público de petróleo, por focos de luz eléctrica; famoso era el farol de petróleo de la plaza, pero más famosa era la Esquina del Reloj, llamada así gracias al reloj de sol que posee; aunque permaneció unos años sin reloj, en 1997, se inauguró el nuevo reloj de sol de José Oré (su constructor).

En los primeros años el fluido eléctrico era muy defectuoso, había muchos problemas; en los años 40 había repartidos por todo el pueblo 80 puntos de luz; el barrio de San Francisco a mitad de siglo todavía no tenía electricidad. En los años 80 se volvió a cambiar el alumbrado público permaneciendo hasta la actualidad.

Con la electricidad, también comenzaron los aparatos eléctricos y nuevos inventos a llegar a las casas; por los años 50 ya tenían lavadoras, planchas, frigoríficos… olla exprés, hornilla, cocina gas butano… Como apartado de ocio tenían la radio, alrededor de ella se reunían los vecinos por las noches, después de las jornadas de trabajo, sobre todo en verano, para escuchar programas de música, novelas, concursos… en RNE, Radio Albacete, Radio Andorra… También tenían tocadiscos y gramolas.

Pero la verdadera revolución fue la Televisión (los ancianos no se lo creían). La primera Televisión llegó al bar del Gafas, allí acudió todo el pueblo para verla. Por los años 60, algunos vecinos ya tenían televisión en sus casas. En 1928 se instaló la Estación Telegráfica y en 1955 se instaló la centralita del Teléfono Público, en la calle del Pozo; a mediados de los años 60 varios vecinos tenían teléfono.

Teléfono antiguo

Antes de la llegada del asfalto, las calles del pueblo eran de tierra y piedras, algunas veces se arreglaban, porque al pasar los carros y demás vehículos se hacían muchos hoyos, también cuando llovía se formaba un «barrizal». Tampoco había aceras, las primeras las pusieron a mediados de siglo y eran losas de piedra.

A principios de siglo se comenzó a estudiar el arreglo de las calles porque estaba intransitables, y también se comenzaron a realizar carreteras y caminos hacia Almansa, Tobarra, Hellín, Jumilla… En el año 1950 comenzaron las obras de pavimentación, por la calle Pascual Abellán (del Pozo). Años mas tarde prosiguieron con la pavimentación de las demás calles.

Vida Cotidiana

La vida familiar giraba en torno al hogar.

El hombre se dedicaba a trabajar, mientras que la mujer pasaba el día en la casa, realizando las tareas domésticas. Cuando el hombre venía de trabajar, se sentaba en la lumbre y hacía pleita o cualquier otra cosa, mientras la mujer cosía o remendaba la ropa, y les contaban historias o cuentos a los hijos.  Lo más habitual era tener muchos hijos, ya que eran utilizados como mano de obra, los hijos para las faenas agrarias y pastoriles y las hijas para el trabajo doméstico. Los padres preferían tener hijos varones ya que estos les ayudaban al trabajo, aunque las hijas y mujeres también colaboraban algunas veces, en labores como la siega, la trilla, la vendimia…

El vestir en la vida diaria era poco variado, ya que tenían muy poca ropa, dependiendo de la economía, normalmente siempre iban llenos de remiendos. Las mujeres se vestían con el refajo, la saya, y debajo las enaguas, el corsé, la chambra, el mandil (para las faenas de la casa, y para coser se ponían otros más vistosos), la faltriquera y un pañuelo a la cabeza. El traje del hombre consistía en los pantalones de pana, atados al tobillo, bulsón, faja, albarcas o peales, el morral, el zurrón…, polainas, bina, capote, calzoncillos pulgueros, alpeduques… Este modo de vestir perduró hasta bien entrado el primer tercio del siglo XX. Poco a poco ha ido evolucionando la manera de vestir cambiando ampliamente.

Trajes 2

Al llegar a cierta edad se producía el abandono de los hijos del hogar, con la boda o si no se podía económicamente o no lo querían los padres, los novios se juntaban, y ya no había mas remedio que aceptarlo. El tiempo de noviazgo esa muy largo, aproximadamente 8 o 10 años; y hasta que no se casaban, la novia no podía salir de casa, porque estaba mal visto y tenía que estar esperando al novio; mientras tanto se dedicaba a elaborar su ajuar.

Había muchachas que se «echaban novio» a muy corta edad, 13 o 14 años, casi siempre los novios eran del mismo pueblo o de algún pueblo cercano, que venía de fuera a buscar novia. Las muchachas no podían ir solas a los bailes ni a ningún sitio, siempre iban acompañadas de sus madres, esta costumbre perduró hasta no hace mucho tiempo, todavía en los años 60, cuando iban al cine, iban con la madre y esta en vez de ver la película se dedicaban a controlar a los novios.

El novio iba a ver a la novia a la puerta de su casa o a la ventana, y allí podían hablar. Para poder entrar a la casa, debía pedir permiso a los padres de la novia, y tener una conversación con el padre para pedir la mano de su hija. A principios y mediados del s.XX, las bodas se celebraban a media noche, a las 3, 4 o 5 de la mañana. La mayoría de las novias se casaban de negro, pero algunas lo hacían de blanco (muy pocas). El traje solía ser por debajo de la rodilla, de vuelo, con mantilla negra y un ramo de flores blanco. El hombre llevaba un traje de chaqueta negro. La boda se celebraba en la iglesia antigua hasta el año 1970, año que fue derribada.

Fue construida por el Marqués de Espinardo en 1751 y permaneció en pie 219 años; en su lugar pusieron otra del estilo modernista. Nuestra iglesia tenía un gran escalinista y unas puertas grandes de madera, con dos puertas pequeñas a los lados. Muros grandes de piedra, algunos restos se pueden ver en el Parque (a modo de asientos), y grandes columnas de mármol (en ocasiones se forraban con telas). El retablo se encontraba enfrente de la puerta, con un reclinatorio, este se puede contemplar en la nueva Ermita. Al entrar a mano derecha la pila del bautismo, también en la Ermita; y a mano izquierda, la pila del agua bendita, el campanario y el coro.

Después de casarse, se solían hacer convites muy grandes, aunque esto dependía de la economía familiar. Se celebraba normalmente en la casa de la novia, al que acudían amigos y familiares. Los invitados no solían dar dinero, pero en cambio hacían regalos, cosas útiles para la casa como utensilios de cocina, fruteros, coladores, etc. Tampoco se hacía viaje de novios. Después de la boda, la mujer volvía a la casa, a dedicarse a las faenas domésticas, y su marido a trabajar. Cuando los que se casaban eran un viudo o una viuda, la gente del pueblo les daban la «cencerrá», que consistía en que después de la boda, por la noche, la gente iba a la casa de los novios a darles serenata, con cualquier cosa que hiciera ruido: cencerros, cacerolas… hasta que salieran el novio y la novia. Cuando ya se había ido todo el mundo, volvían unos cuantos y les colgaban un animal muerto en la puerta.

Una vez casados, la mujer solía «quedarse preñá» rápidamente, y lo normal era tener muchos hijos. Lo más deseado eran los varones, porque estos les ayudaban al trabajo del marido. Mientras el embarazo, la mujer se dedicaba a hacer ropa para el bebé, aunque también llevaba su casa y ayudaba a las faenas del campo. Cuando llegaba la hora del parto, la mujer era atendida por la paterna o comadrona. Se paría en su propia casa, en dos sillas o en la cama y no iban a ningún hospital.

La crianza de los niños era exclusivamente de la madre. La ropa de los bebés y los pañales se lavaban por las noches, para ponerla limpia al día siguiente, ya que no había que cambiarlos muy a menudo.

ESCUELA

Los niños iban a la escuela hasta que tenían edad suficiente para trabajar; aunque muchos no iban o iban muy poco ya que trabajaban desde muy pequeños, los niños en el campo, ayudando a su padre y las niñas en las labores del hogar o de sirvientas.

A principios del siglo XX, estaba la escuela del Maestro Barberán, y también existía una escuela de monjas, en el colegio privado de las monjas de San Juan de Mata. Esta contaba con cinco monjas: una madre y cuatro hermanas; estaba ubicado en la actual calle Florida. Por la mañana se dedicaban a dar clase de lectura, escritura… y por las tardes realizaban labores en hilo fino, bordados, vainicas, deshilados… frivolté, ganchillo, bolillos… Y también cantaban y rezaban. Años más tarde también dio clases allí Don Fernando Soriano. Los niñas y las niñas iban por separado.

Años después las escuelas de niñas se encontraban una en la actual casa de Juan Olaya y Dña. Lola, que había dos o tres escuelas, en la calle del Pozo habían varias, una en la casa de Don Juan José (sastre), otra en la de Honorio (italiano)… Las de niños estaban una en la calle Mayor, en la casa de Lázaro, otra en la casa de Pepe (de las harinas), otra en la casa de la Aurelia (Don Serapio), otra en la casa de Amparo Cuadrado… otra encima de la barbería de Manolo «Botones» (Dña. Antonia)…, etc. También había escuelas de paga como la de Don Fernando, Don Juan… muchos niños solían ir a ellas.

Por la mañana daban clases de Historia, Geografía, Cálculo… Y por las tardes solían bordar, punto cruz, vainica, etc. Hacían mantelerías, paños de cocina, bolsas de pan… normalmente para su ajuar. Las aulas eran grandes, los niños se sentaban en pupitres y estudiaban con las cartillas.

Más o menos a los 14 años, acababan la escuela y obtenían el Diploma de Estudios Primarios. Quien podía o le dejaban seguía estudiando; a las muchachas era raro que les dejaran estudiar, ya que los padres querían que estuviesen en sus casas para ayudar. A los siete años tomaban la Comunión; llevaban trajes muy parecidos a los actuales, las niñas el traje blanco con un sombrero, y el pelo muy largo, que después de tomar la Comunión lo cortaban, esto todavía se sigue haciendo. Los niños llevaban un traje de chaqueta. Antiguamente todos los niños tomaban la Comunión el día de la Ascensión, en Mayo.

La niña en la comunión se viste como una novia

El recreo se hacía en medio de la calle, se iban a la calle Mayor, donde había unas jardineras, a la plaza de la Iglesia… Y jugaban a juegos como: el balón-tiro, el marro, el tres, el lairón, los caballitos dobles, los rompes, los champlos, el pañuelo, el corro, la comba… otros más actuales son: la goma, churro va, el cuartete, el bote, la manzana envenená, las cartas, el pillao, el escondite… Los juegos eran pasatiempos casi siempre producto de su imaginación.

También tenían gran variedad de juguetes, muchos elaborados artesanalmente, como por ejemplo: las muñecas de trapo, la comba, el diábolo, el zompo, las chapas, la pelota… Como canciones infantiles propias de los juegos podemos englobar las siguientes: Canciones de cuna, de juego (corro, comba, goma, filas, palas), las retahílas, recitaciones, trabalenguas, cuentos, adivinanzas…

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